Acaríciame aunque sea a contrapelo. Porque soy un gato sin noche. Porque soy una luz que no rebota.

domingo, 24 de febrero de 2013

SE VENDE TOBILLO IZQUIERDO

Desnuda busca la parte que no le pertenece porque tiene dueño. Y la encuentra.

La mujer se frota la marca donde laceró el hierro oxidado de su esclava cadena. Siente el dolor del vacío que le otorga la libertad y olvida al dueño que hasta entonces entendió como legítimo. Sustituye el yugo del cuerpo que la volteaba hasta morderle el tobillo por el anhelo de la llegada de un nuevo arpista: más entregado, más diestro.

Alza las piernas tumbada boca arriba en la cama negra de noche. Apunta con los dedos al techo y las abre en forma de pequeña "v". Admira la blancura de la piel donde la luna rebota, la que se cuela por el enrejado de su cárcel de furia. Fija sus ojos negros en el lunar, a un palmo de la articulación que la embrutece y en la que lee el pasado. Rota, se abandona cuando nota en el vientre el temblor de las caricias aprendidas y ensayadas que ya no van a regresar por mas que chille que le perdona, que no volverá a clavarle la indiferencia en el pecho.

A la venta el tobillo izquierdo, el que el dueño mordía mientras ella apoyaba las piernas en sus hombros llenos de pecas de sol, aquel que marcaba a diente mientras se introducía en ella con la precisión del que sabe que es dios.

A la venta el tobillo izquierdo. Que lo compren pronto, antes de que se arrepienta y lo guarde en el arcón de los romances que nunca fueron, los que se soñaron, los que se intuyeron.

De tanto tiempo alzadas, le recorre un escalofrío por la musculatura. Por suerte, es cazadora de calambres y los guía sabia a la entrepierna donde se quedan a vivir con otros orgasmos cautivos.


Y de repente una llave. Una cadena. Y todo empieza.
ABRE LAS PIERNAS.



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